Un consultor tecnológico ciego encuentra su vocación

En 2005, Julián Vargas compró un Nokia 6620 a AT&T por unos 100 dólares. El teléfono funcionaba con el sistema operativo Symbian, y AT&T le envió una tarjeta de memoria cargada con el software TALKS, que proporcionaba acceso de texto a voz a casi todas las características y funciones del teléfono, en una época en la que la mayoría de los teléfonos sólo tenían teclados numéricos, a excepción de las caras BlackBerrys y Palm Treos. El iPhone y Android aún no existían.

“Tener ese teléfono [Nokia] fue un cambio de juego para mí”, mencionó Vargas, que ha sido legalmente ciego toda su vida. “Eso fue algo, tener de repente un teléfono que me decía todo tipo de cosas a las que nunca había tenido acceso, como la intensidad de mi señal, el nivel de mi batería.. Si recibía un mensaje de texto, leía ese mensaje y, lo que es más importante, podía responder al mensaje”.

Una de las mejores características para Vargas, y otros usuarios ciegos de aquellos rudimentarios smartphones de Nokia, era que podían utilizar el software TALKS para almacenar números en una lista de contactos. Hasta ese momento, Vargas tenía que memorizar sus contactos.

Los smartphones han evolucionado a pasos agigantados desde entonces. Y Vargas, que ahora tiene 53 años y vive en el Valle de San Fernando, cerca de Los Ángeles, ha hecho una especie de carrera entrenando a otras personas ciegas en el uso de smartphones, altavoces inteligentes y todo tipo de tecnología digital, incluso hornos microondas.

Un consultor tecnológico ciego encuentra su vocación

Hoy en día, Vargas pasa relativamente poco tiempo en su ordenador. La mayoría de las aplicaciones de sus teléfonos inteligentes le ayudan a pasar el día. Le gusta mucho la aplicación Seeing AI de Microsoft, que describe como la navaja suiza de las herramientas para ciegos. Habla el texto en cuanto aparece delante de la cámara del smartphone, puede leer algunos textos escritos a mano e identifica las diferentes denominaciones de la moneda.

Vargas también usa una aplicación que funciona con En-Vision America’s ScripTalk, el programa gratuito por el que las farmacias colocan una etiqueta RFID del tamaño de una moneda de 25 centavos en la parte inferior de los frascos de medicamentos. Mediante la aplicación o una pequeña pieza de hardware independiente, se leerá en voz alta toda la información de la etiqueta de la receta. A veces, Vargas necesita la ayuda de otro par de ojos. En esos momentos es probable que recurra a Be My Eyes, una aplicación en la que un voluntario vidente en una videollamada en directo describe para el usuario ciego lo que muestra la cámara de su smartphone. También mantiene una lista de otros recursos iOS en su página web.

“Siento que Dios nos dio a cada uno de nosotros un cierto talento, una cierta habilidad”, aseguró Vargas. “Y no creo que la intención sea que lo guardemos para nosotros mismos”.

Un largo camino

Vargas y su hermano menor se criaron en una familia católica observante en la ciudad de Nueva York. Ambos nacieron con una rara condición genética conocida como Amaurosis Congénita de Leber (LCA). En algún momento de 2003, a la edad de 33 años, la visión de Vargas, ya limitada, empezó a disminuir. Sabía que ese momento llegaría porque la ACL es una enfermedad degenerativa que no tiene cura ni tratamiento. No mucho después, decidió iniciar la transición de utilizar un software de ampliación para su ordenador con Windows a una aplicación que hiciera tanto la ampliación como la lectura de la pantalla. Su objetivo era llegar a un punto en el que sólo pudiera utilizar un lector de pantalla JAWS y sin aumento para hacer cualquier cosa que necesitara hacer en su PC.

“Cuanto más aumentas la ampliación, menos espacio de pantalla tienes”, explicó Vargas. “Cuando llegas a una ampliación de cuatro, cinco o seis veces, tienes tan poco espacio en la pantalla que se vuelve poco práctico usar la lupa y te das cuenta de que es hora de pasar a un lector de pantalla”.

Aunque Vargas nunca fue a la universidad, a finales de la década de 1990 tomó cursos de informática en un centro de formación profesional de California. Se describe a sí mismo como un autodidacta que se dio cuenta de que tenía un don para averiguar cómo utilizar todo tipo de dispositivos electrónicos. Su carrera como formador remunerado de usuarios tecnológicos ciegos comenzó tras un periodo en el que ayudaba a sus amigos sin cobrar. A esto le siguió una serie de presentaciones en organizaciones de servicios para ciegos, como el Instituto Braille, el Consejo Internacional de Ciudadanos con Baja Visión y la Federación Nacional de Ciegos (NFB). La fama de sus conocimientos técnicos se extendió hasta el punto de que las presentaciones de Vargas en su sección de la NFB del Valle de San Fernando atrajeron a personas que normalmente no acudían a las reuniones.

Vargas pronto se convirtió en un asiduo de la Assistive Technology Conference anual organizada por la California State University, Northridge (CSUN). La reunión de CSUN, que presenta equipos y programas informáticos para ayudar a ciegos, sordos y otras personas con discapacidades, ha sido calificada como el CES de la tecnología de asistencia. En 2009, después de que la conferencia se trasladara al sur, a San Diego, comenzó una mini versión del encuentro llamada Best In Tech en el Valle de San Fernando. A la última en la que intervino Vargas asistieron cerca de 500 personas.

Otra forma en la que Vargas se mantenía al día de los avances tecnológicos era escuchando programas de radio y televisión por cable centrados en el tema, especialmente “The Tech Guy”, el programa de llamadas de fin de semana sindicado a nivel nacional que emana de la influyente emisora de noticias/charla del sur de California KFI-AM. En 2004, un nuevo presentador llamado Leo Laporte se hizo cargo del programa. A lo largo de los años, Vargas pasó de ser uno de los oyentes que pedían ayuda a alguien a quien Laporte consideraba una autoridad en materia de accesibilidad, que ayudaba a responder a las preguntas de los oyentes ciegos que tenían problemas con sus ordenadores y dispositivos móviles. La radio ha sido durante mucho tiempo una importante fuente de información para las personas ciegas, y Laporte se ha dado cuenta de que recibe muchas llamadas de oyentes ciegos o de familiares que llaman en su nombre.

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Vargas recuerda que llamó al programa cuando consiguió su Nokia 6620 y cómo Laporte estaba realmente interesado en saber cómo era para una persona ciega utilizarlo. Posteriormente, el presentador de radio permitió a Vargas promocionar en antena el encuentro Best In Tech. Finalmente, Laporte animó a Vargas a dar su número de teléfono, su dirección de correo electrónico y su página web (www.techjv.com).

“Julián es muy generoso con su tiempo”, afirmó Laporte. “Es un tipo realmente bueno”.

El respeto es mutuo.

“Leo no rehúye las llamadas de los oyentes ciegos”, afirmó Vargas, que también escucha la red de podcasts tecnológicos de Laporte, TWIT.tv. “Acepta que personas como yo participen en el programa”.

Laporte dice que puede sentir la frustración de sus oyentes de radio ciegos cuando llaman a “The Tech Guy”. Intenta imaginar el reto que supone utilizar un smartphone o un ordenador -o vivir sin ellos- en este mundo moderno.

“No quiero que la gente dependa de mí”, mencionó Vargas. “Le digo a la gente desde el principio que mi objetivo es hacer que no tenga que saber de ellos después de un tiempo”.

“Como usuario vidente, mi experiencia con la tecnología de la accesibilidad nunca va a ser la misma que la de alguien que no puede ver lo que ocurre”, explicó Laporte. “Comprendo lo difícil que es y quiero ayudar, pero no puedo representar realmente a ese público, así que es muy importante que las personas que ayudan a los ciegos con la accesibilidad sean ellos mismos ciegos, porque sólo ellos pueden entender realmente los problemas”.

Tanto Laporte como Vargas han adoptado los altavoces inteligentes en casa a lo grande. Mientras que Vargas tiene varios sabores del Amazon Echo y un Google Home en su casa, Laporte tiene altavoces inteligentes de Amazon, Google y Apple en prácticamente todas las habitaciones de su casa. Pero en lo que respecta a Laporte, los dispositivos habilitados por voz no han estado a la altura de sus expectativas de lo que pensaba que sería una tecnología transformadora.

“No creo que Siri o el Echo de Amazon o el Asistente de Google sean tan buenos como podrían ser o deberían ser”, mencionó Laporte. “Y no están mejorando a la velocidad que pensé que podrían hacerlo”.

Pagando por ello

Además de intervenir en el programa de radio “The Tech Guy” y de hacer presentaciones tecnológicas en directo ante grupos de invidentes, Vargas ha difundido el mensaje en podcasts. Ha sido copresentador de un podcast llamado “All About Smartphones”, disponible en el sitio web del Servicio de Lectura por Internet de Los Ángeles (AIRSLA). El grupo que fundó en 2012 para hablar de todo, desde la alta tecnología hasta la no tecnología, solía reunirse en persona hasta la pandemia. Desde marzo de 2021, Breaking Blindness Barriers se reúne en Zoom y AIRSLA convierte sus reuniones en un podcast.

Los altavoces inteligentes son una de las cosas que Vargas ayuda a sus clientes ciegos a aprender a usar. También el GPS. Enseñó a Bob Acosta, un cliente de muchos años, a seguir las indicaciones de viaje que se dicen en voz alta en su iPhone dando un paseo con él alrededor de la manzana.

Acosta es un profesor de historia de instituto jubilado en Chatsworth, California, que es ciego de nacimiento. Ha pagado a Vargas docenas de sesiones de dos horas para que le ayude con sus propias necesidades tecnológicas y las de su esposa Ruth Ann, que también es ciega. Ahora, con 82 años, Acosta utiliza su iPhone para escuchar mensajes de texto y audiolibros, así como para transmitir los partidos de sus equipos deportivos favoritos. Y gracias a Vargas, aprendió a emparejar sus audífonos con el teléfono.

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Acosta tuvo su primer iPhone en 2013, pero al principio renunció a dominar el dispositivo y luego se lo regaló a su nieto.

“No creo que un ciego pueda aprender esto”, dijo entonces.

Pero entonces un amigo ciego le presentó a Vargas, que le dijo: “Puedes realizarlo”.

Acosta graba las clases con Vargas para poder repasar el material, en caso de que necesite repasar cosas. Dice que le gusta el hecho de que Vargas nunca le diga que usar la tecnología es fácil y que no hay preguntas tontas durante las sesiones de entrenamiento.

Acosta puede llamar a Vargas para que le oriente a distancia, lo que no supone ningún coste para los clientes que pagan por las clases. En ocasiones, un cliente que paga por una sola lección se comporta como si hubiera llamadas de seguimiento ilimitadas después. No funciona así.

“La gente cree que puede llamarte a las dos de la mañana”, se quejó Vargas.

Acosta había sido ciego toda su vida cuando empezó a trabajar con Vargas. Pero la mayoría de los clientes de Vargas son ciegos recientes y luchan contra la depresión y la amargura. Las solicitudes de ayuda han disminuido durante la pandemia, debido en parte a la necesidad de hacer la primera sesión de entrenamiento en persona. Vargas dice que una vez que la persona ciega domina los fundamentos del uso de un teléfono inteligente, puede realizar las siguientes sesiones a distancia.

“No quiero que la gente dependa de mí”, mencionó Vargas. “Le digo a la gente desde el principio que mi objetivo es hacer que no tenga que saber de ellos después de un tiempo”.


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Alberto Berrios

Alberto Berrios

Escribo sobre productos relacionados con el audio desde pequeños altavoces inalámbricos hasta grandes sistemas Hi-Fi. No comparo estos productos con otros, sino que muestro los puntos fuertes y débiles de cada dispositivo separado. Si quieres saber si un determinado producto merece la pena, ¡consulta una de mis reseñas antes de hacer la compra! Gracias por leer, hasta la próxima.

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