Con las sanciones contra Rusia, el Kremlin está estudiando formas de mantener a las empresas y al gobierno en funcionamiento. Lo último es un giro creativo en la incautación de activos estatales, sólo que en lugar de que el gobierno se haga cargo de una refinería de petróleo, por ejemplo, Rusia está considerando legalizar la piratería de software.

La “ley” rusa ya permite que el gobierno autorice – “sin consentimiento del titular de la patente”- el uso de cualquier propiedad intelectual “en caso de emergencia relacionada con la garantía de la defensa y la seguridad del Estado”. El gobierno aún no ha dado ese paso, pero puede que lo haga pronto, según un informe del periódico económico ruso Kommersant, descubierto y traducido por Kyle Mitchell, un abogado especializado en derecho tecnológico. Es una señal más del telón cibernético que separa cada vez más a Rusia de Occidente.
Es de suponer que cualquier medida del Kremlin para “apoderarse” de la propiedad intelectual eximiría a las empresas chinas, que, según se informa, están considerando cómo presionar su ventaja. Los fabricantes de teléfonos inteligentes Xiaomi y Honor podrían salir ganando, al igual que los fabricantes de automóviles chinos. Sin embargo, las ganancias no están garantizadas, ya que hacer negocios en Rusia está plagado de problemas, desde la logística hasta las finanzas.
Además, aunque China ha intensificado sus críticas a las políticas estadounidenses, es probable que el Partido Comunista dude en socavar su lucrativa participación en el comercio mundial. “Las empresas chinas tienen mucho más que perder que ganar con la violación de las sanciones”, dijeron los analistas de Gavekal Dragonomics en un informe de investigación citado por The Wall Street Journal. “Para la totalidad de las empresas chinas, Rusia es simplemente un mercado demasiado pequeño para que el negocio valga la pena el riesgo de quedar aislado de los mercados desarrollados o ser sancionado él mismo”.
La piratería de software en Rusia no es nada nuevo, por supuesto. Una encuesta realizada en 2019 por ESET, una empresa de seguridad eslovaca, descubrió que el 91 por ciento de los rusos prefería el contenido pirata, y casi el 20 por ciento decía haber instalado software crackeado. La razón más citada -enumerada por el 75 por ciento de los encuestados- era que las versiones oficiales costaban demasiado dinero. Esta práctica también se ha institucionalizado antes; Mitchell menciona que hace apenas una década, los ISP rusos albergaban sus propias redes de intercambio de archivos.
Este tipo de decisiones, incluida la que el Kremlin está sopesando actualmente, suelen ser más pragmáticas que dogmáticas. “Al igual que en los primeros Estados Unidos, donde los impresores copiaban libremente los libros ingleses”, aseguró Mitchell en su blog, “la sociedad rusa había llegado a la decisión, colectiva y no explícita, de que por el momento, había mucho más que ganar tomando en masa que lo que se perdía en la comercialización estudiada para la producción nacional”.
Aun así, la piratería de software patrocinada por el Estado puede ser hoy en día una carga más pesada de lo que era incluso hace una década. El software como servicio se ha extendido mucho, y muchos servicios sólo están disponibles a través de una aplicación web. Todavía es posible descifrar muchas aplicaciones tradicionales que dependen de servidores de autenticación para comprobar el estado de la suscripción, pero es mucho más difícil que si Roskomnadzor pudiera simplemente distribuir una lista de números de serie robados o generados.
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Alberto Berrios
Escribo sobre productos relacionados con el audio desde pequeños altavoces inalámbricos hasta grandes sistemas Hi-Fi. No comparo estos productos con otros, sino que muestro los puntos fuertes y débiles de cada dispositivo separado. Si quieres saber si un determinado producto merece la pena, ¡consulta una de mis reseñas antes de hacer la compra! Gracias por leer, hasta la próxima.