La revolución de la edad de piedra hace que Tanzania se mueva
Llegar al hospital, o ir a la escuela, al trabajo o al mercado para la mayoría de los habitantes de las zonas rurales de Tanzania depende de cruzar un río con seguridad.
Unos 40 millones de personas viven en zonas remotas de este país de África Oriental, una de las economías más pobres del mundo.
Los elevados costes del acero y el hormigón armado y el rápido crecimiento de la población hacen que el gobierno nacional tenga dificultades para construir las carreteras y los “puentes” que tanto necesita.
Pero un nuevo enfoque que revive el antiguo arte de la construcción de puentes de arco de piedra podría llevar a millones de tanzanos rurales a donde necesitan ir de forma segura y sostenible.
La organización benéfica belga Enabel y la Agencia de Carreteras Rurales y Urbanas de Tanzania han construido en los últimos cuatro años 70 puentes de arco de piedra para pueblos de Kigoma, en el noroeste de Tanzania.
“Los puentes de piedra ofrecen una alternativa muy poco contaminante al hormigón y al acero, con unos costes de mantenimiento mínimos”, afirma la Dra. Adrienne Tomor, asesora de estructuras.
Los puentes estándar de acero y hormigón exigen materiales y maquinaria industriales caros y ávidos de carbono. Los nuevos puentes de piedra de Kigoma se construyen con piedra, arena y madera de origen local y, sobre todo, con mano de obra barata y abundante.
“La piedra llega en bicicleta o en grandes trozos cortados del lecho de un río y la comunidad local excava los cimientos”, explica el Dr. Tomor, que enseña ingeniería civil y medioambiental en la Universidad Brunel de Londres. “Se recubren con el suelo local rojizo, el murrum, que se compacta fácilmente y resiste el monzón, que no es poco. No se utiliza maquinaria, por lo que siento un gran respeto por los constructores, que -a veces trabajando en las inundaciones del monzón- crean estos puentes con ingenio, habilidad y fuerza muscular”.
Evitar el acero, el cemento y las “técnicas de construcción” convencionales en favor de la mano de obra y los materiales locales reduce los costes entre un 80 y un 85% y disminuye las emisiones de carbono entre un 50 y un 80%. Y el dinero que se gasta en su construcción puede revertir en la comunidad, en lugar de gastarse en la contratación de equipos caros y en el pago de grandes salarios a las empresas. Además de los beneficios económicos y medioambientales, al haber participado en su construcción, la población local se siente atraída por los puentes y quiere mantenerlos.
La construcción de los puentes cuesta unas 35.000 libras esterlinas cada uno y está financiada en un 80% por Enabel, que ha traducido un manual de construcción al swahili para que lo utilice la agencia de carreteras. Al sacar el proyecto a concurso, la agencia puede permitirse construir un puente de hormigón al año. Con la participación de la población local en la construcción, ese mismo presupuesto puede financiar 10 puentes de piedra. También significa que los gobiernos locales no tienen que pedir apoyo financiero al gobierno central y pueden mejorar más carreteras rurales sin que su presupuesto se dispare.
“Tanto el diseño como la ejecución se basan en sencillas reglas empíricas que han sido probadas a lo largo del tiempo”, dijo el Dr. Tomor, que comprobó la calidad y el rendimiento estructural. “Los puentes de mampostería duran mucho más que los de hormigón o acero, probablemente un mínimo del doble de vida útil. Hay razones de peso para recuperar este material increíblemente duradero”.
El gobierno de Tanzania está sopesando un plan para implantar el proyecto a nivel nacional: “El mundo desarrollado puede aprender mucho de esto”, afirmó el Dr. Tomor. “Ciertamente, plantea algunas preguntas sobre por qué los puentes de arco de mampostería no se consideran realmente como una opción en Occidente.. especialmente con nuestro impulso para una construcción más sostenible y la reducción del carbono”.
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Jessica Ávila
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